Latente de recuerdos… estos días han sido así. Mi adicción por la melancolía no es menor que la que tengo por la nostalgia, ambas me inspiran pero también me atraviesan y me hunden. Hoy especialmente me siento débil de razonar, hoy mis sentimientos son como pozas hondas y realmente no quiero encontrar un porqué.
Lloro mientras escribo, como una medicina. Esta carta dominical no está pensada para agradar, me hace sentir menos solitaria el poder leerme. Hoy me acuerdo de Matt, desde la mañana que desperté, no sé porqué, incluso minutos antes de despertar vino a mi mente cuando mientras cocinaba, el llegó de trabajar e inesperadamente me saludó con un beso; fue un momento triste porque yo estaba famélica de su amor y ese insípido beso en ese momento fue como llevarme mi postre favorito. Y eso detonó que hoy estuviera pensando en él, no es porque lo extrañe, se perfecto que no éramos compatibles (aunque una parte de mi anhela que hubiera sido todo diferente). Saqué una cajita donde guardo lo único que de él me queda: polaroids, post its, un par de cartas. No la había abierto desde el año pasado. No sé si tirarla; me hizo recordar esa inmensa alegría que sentía antes, breve pero así fue, pero también me desató el llanto.
Ayer mi tía me contaba sobre una historia de amor que tuvo; me pareció lo más bonito, lo más trágico, lo más afortunado también. Dijo,‘amé a muchos hombres buenos y ellos a mí’, algo así. Yo no me pude identificar tanto y sentí un hueco. ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué se tiene que hacer? La verdad me siento desesperanzada. Incluso Matt ya tiene una nueva pareja, mientras yo he estado alerta de que no se me atraviese un tipo con el que salí hace un par de meses.
Ayer mientras corría pensaba en qué tan hermosa es mi propia compañía, y luego de atravesar las calles de la ciudad anhelé poder compartirlo con una pareja, con alguien que estuviera abierto a entenderme, a acercarse con la curiosidad de un niño. Fue muy duro también entrenar ayer, toda la semana estuve tropezando metafóricamente por una u otra razón, sentí que no fluí bien. Pero terminé bailando en una fiesta familiar, sentir a mi clan cerca fue importante.
No es una carta de quejas, tampoco una para encontrar soluciones; solo quiero desembocar este río de emociones que con las palabras no juzga y atestigua. Ya me cansé de luchar, de esforzarme tanto, de pedir el reconocimiento –sobre todo el de mi padre– que a veces parece que nada es suficiente.
Y lo bueno es que existe este domingo para reconciliarse con una misma. Honro mis recuerdos porque entre toda la tristeza y la desilusión se vislumbran faros cargados de esperanza, de amor y de alegría, mis antorchas que sin ellas no sé si seguiría existiendo en este planeta. Quizá me tiene que atravesar la soledad por completo y dejar de esperar, dejar de trabajar tanto, hacer más tiempo para mí nada más.
Si leíste hasta aquí, gracias por apreciar este momento de vulnerabilidad.
Los momentos de tristeza también nos hacen recordar que estamos vivos, que somos seres vulnerables y que la melancolía nos acompaña y así valoramos un poquito más los momentos que se nos permitió ser felices. Un abrazo.
Que lindo que también compartas estos momentos, que aunque no son los más lindos, son los que nos hacen conectar más ❤️🩹